martes, 10 de marzo de 2015

El porqué del Caos.

Enésimo blog, enésima vez que pienso que a alguien le va a importar lo que tenga que decir...

Pero, ¿y qué más da? Quiero decir, el título de este blog tiene mucho sentido cuando te paras a pensar en que soy casi, casi filólogo. Y clásico, además, con rancio abolengo. Con dos narices.

Claro, casi terminando la carrera te planteas una pregunta... ¿te gusta la filología? Respuesta corta: Sí. Respuesta larga... sí, pero hay más cosas.

Me encanta la filología y casi todas las disciplinas que la rodean. No, en serio, igual le suena raro a cualquier otro que sea ingeniero, médico, camarero o, qué se yo, astronauta. Todos te pueden decir "Pues, hombre, me gusta lo que hago pero hay X cosa que me gusta más." 


Los filólogos clásicos de pura cepa, no tenemos esa X que te gusta más o que te gusta menos. Que sí, que algunos tiramos para el griego y otros para el latín, pero en el fondo nunca dejamos de lamentar no haber escogido lo otro (también, a la vez; no os vayáis a pensar otra cosa). No, tenemos esa vocecita interna que nos anima a abarcar más y más y más.

Ya cuando se te mezcla con la que traía yo de serie, pues tenemos un lío de dos pares de narices. Porque yo siempre he sido un culo inquieto, que me gusta hacer y aprender de todo. Y ahí me teneís que se un poquito de algunos lenguajes de programación, de portugués, de cocinar, de electricidad, de pintar, de escribir, de ropa... ¿sigo? Creo yo que es suficiente para entender el totum revolutum que soy.

Y por eso soy un filólogo. Y un caos. 


Y por eso en este blog voy a hablar de las cosas que me gustan, que no tienen ningún sentido ni coherencia entre ellas, pero a mí me gustan. Ya sólo me falta la constancia...


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